Yolande era una mujer materialista e independiente que nunca se había preguntado ni interesado por la espiritualidad o conciencia de uno mismo. Un día, el día que cumplía 40 años, estando sola en su casa, se sintió sobrecogida por lo que ella denomina “esta cosa” o “silencio”. Despertó radicalmente y de forma abrupta a la presencia que somos.

Tan arrebatador fue su despertar que ni tan siquiera la muerte de su único hijo a los dos meses de este suceso pudo apartarla de este absoluto e inamovible silencio que se instaló en su vida y que la sigue acompañando. Así es como Yolande dejó su carrera y su estilo de vida ‘convencional’ para entregarse a la observación de este descubrimiento y compartir su experiencia y su punto de vista en encuentros y retiros por todo el mundo.